¿Cómo se renueva lo que conforma el planeta Tierra?

Aunque algunos recursos naturales como el suelo, los arrecifes, los árboles y el petróleo necesitan mucho tiempo para renovarse; otros tantos elementos presentes en nuestro planeta desde su formación, se combinan con otros y dan lugar a compuestos como carbohidratos, lípidos, proteínas, sales, ácidos nucleicos, entre otros; que de una manera particular forman estructuras vivientes que utilizan, transforman, reproducen y reorganizan en sí mismas materia y energía necesaria para la calidad de vida del ser vivo.

Así pues, podemos mencionar que la reproducción, en particular la reproducción sexual, es uno de los procesos de renovación de los seres vivos, que permiten la continuidad de las especies en la Tierra a lo largo del tiempo. Por otro lado, en función de las variaciones que se encuentran entre los organismos dentro de la misma especie, la reproducción propicia el enriquecimiento del código genético, que es la materia prima sobre la que opera la selección natural, y que permite la evolución de las especies, así como las adaptaciones a los cambios del ambiente.

Por el lado de la renovación de los recursos naturales que como ya hemos explicado en artículos anteriores se clasifican como renovables y no renovables; y se puede decir que la renovación de algunos recursos se ha ido limitando debido a las malas prácticas humanas. Por ejemplo, el agua es un recurso considerado renovable, pues como resultado del movimiento y de sus transformaciones físicas como evaporación, congelamiento, condensación, licuefacción; adquiere características que permiten reutilizarla como agua potable.

Por último, es necesario entender que la renovación de todo aquello que conforma el planeta se ve directa o indirectamente afectado por el mal aprovechamiento de todos esos recursos que conducen a su agotamiento y deterioro. Por esto es necesario conocer los procesos de reproducción y de regeneración de los recursos naturales en función de las leyes naturales que los gobiernan, así como la capacidad de los ecosistemas para absorber el impacto de las actividades humanas.

Por: Luisa Arango – Comunicadora Social y Periodista (UPB)

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