¿Cuál es el estado actual de la capa de ozono?

Por muchos años la capa de ozono fue punto de preocupación para muchos investigadores, pues era tanto su desgaste que había aumentado los casos de melanomas, cáncer de piel, cataratas oculares, supresión del sistema inmunitario en humanos y en otras especies. Sin embargo, con la inactividad humana que se produjo con el confinamiento por el COVID-19, las circunstancias de la capa de ozono han mejorado notablemente.

En primer lugar es preciso traer al contexto que la capa de ozono protege la Tierra de las radiaciones ultravioleta (UV) del sol y la destrucción de esta en el hemisferio sur se dio gracias a la acumulación de gases contaminantes, que fueron prohibidos por el protocolo de Montreal en 1987.

Sin embargo, en el último mes los científicos atmosféricos y Euronews señalaron que observan con perplejidad el gran agujero en la capa de ozono del Polo Norte que se ha formado en los últimos días. El agujero de la capa de ozono es más habitual en el Polo Sur, y este año precisamente batió el récord como el más pequeño desde hace 30 años, debido a un episodio de calentamiento estratosférico excepcional. Lo que resulta ser de gran aliento para la humanidad, pues la capa de ozono se destruye con la llegada del sol a las zonas polares, debido a una reacción química provocada por los gases CFC emitidos por el hombre, el frío y las nubes estratosféricas, resultando ser altamente peligroso para el ser vivo en la tierra.

Es necesario entender que para que existan condiciones óptimas en la capa de ozono tiene que haber un frío excepcional que permita la formación de nubes estratosféricas, acumulaciones de CFC y luz solar; así pus, se dice que las temperaturas en la zona del actual agujero están por debajo de los -80º C. Por último, aunque no están claras las implicaciones futuras de este episodio,  cabe recordar que el Ártico es una de las regiones de la Tierra que está sufriendo con más fuerza los efectos del cambio climático y que debemos ser los humanos los que ayudemos a evitar que este fenómeno aumente cada vez más.

Por: Luisa Arango – Comunicadora Social y Periodista (UPB)

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