Según diferentes autores, la ola de calor que se va a vivir en los próximos años será extrema, afectando a millones de personas que se verán obligados a desplazarse de su zona residencial, del mismo modo, indican que el costo humano de la crisis climática golpeará más fuerte, será más amplio y cada vez más cerca de vivirlo.
Es importante considerar que los investigadores desarrollaron un modelo para estimar el número de muertes relacionadas con las olas de calor en 412 ciudades de 20 países durante el período de 2031 a 2080, proyectando así un exceso de mortalidad en relación con las olas de calor en diferentes escenarios caracterizados por los niveles de emisiones de gases de efecto invernadero. Para mencionar algunos panoramas, el número de muertes colectivas en India, Grecia, Japón y Canadá sigue aumentando a medida que las regiones registran temperaturas récord, asociadas a humedad e incendios forestales.
Pese a la anterior declaración consideramos que es necesario que se empiecen a implementar estrategias que eviten el incremento de la mortalidad a causa de las olas de calor, tales como compartir información sobre dicho fenómeno, comunicarla, ofrecer argumentos persuasivos al resto de integrantes de la comunidad, aconsejar y educar. En la comunidad como grupo, los investigadores sugieren fortalecer las infraestructuras comunitarias, animar a los individuos a integrarse en ella, crear grupos de población de riesgo, vigilar por barrios y crear medios de subsistencia.
Finalmente, en el ámbito institucional las medidas se orientan hacia la creación de políticas específicas, regulaciones y procedimientos oficiales. En el terreno medioambiental, el estudio pone de manifiesto la importancia de la planificación urbanística, la plantación de árboles en las ciudades, la accesibilidad de fuentes públicas de agua potable y la adecuación de las viviendas a las altas temperaturas.
Sabemos que el panorama a veces puede resultar desalentador, pero con conciencia y acciones podremos ser el cambio que queremos ver en el mundo.
Por: Luisa Arango – Comunicadora Social y Periodista (UPB)
Fuentes utilizadas: