La Niña es el término con el cual se conoce la fase fría del ENOS (fenómeno existente entre el océano y la atmósfera de la tierra). Este fenómeno se considera como el enfriamiento anormal de las aguas ecuatoriales del Océano Pacífico Tropical, influenciando considerablemente las condiciones del tiempo en muchas partes del mundo, aunque de manera distinta.
El efecto de “La Niña” en Colombia se caracteriza por un aumento considerable de las precipitaciones (anomalías positivas) y una disminución de las temperaturas (anomalías negativas) en las regiones Andina, Caribe y Pacífica, Orinoquía y Amazonía; dichas variables tienden a un comportamiento cercano a lo normal, sin ser muy claro el patrón climatológico ante la presencia de un evento frío.
Según la Organización Meteorológica Mundial este episodio se ha caracterizado por un importante componente atmosférico y según revelan los indicadores correspondientes, se trata de uno de los episodios más intensos del último siglo, con un fuerte acoplamiento océano-atmósfera. Este fenómeno producen fuertes perturbaciones sobre la circulación atmosférica global y sus efectos climáticos tienen dramáticas implicaciones socioeconómicas y ambientales, no solo en Colombia sino también en el mundo entero.
El mayor efecto climático, tanto para los eventos El Niño como para la Niña, ocurre durante el primer trimestre del segundo año, el cual es muchas veces coincidente con la fase madura de los eventos, es decir, cuando se presentan las mayores anomalías en el océano y la atmósfera del Pacífico tropical. Para este 2020 los pronósticos del International Researh Institute for Climate (IRI) indican que la probabilidad de ocurrencia del fenómeno de La Niña sube desde 1 % en el periodo septiembre-noviembre de 2019 hasta 15 % en el periodo mayo-julio de 2020.
Ahora bien, ¿qué ocasionaría? Inundaciones, afectación en las cosechas, las precipitaciones podrían aumentar y se podría generar importantes desastres naturales; ante este fenómeno se recomienda desarrollar acciones como jornadas de limpieza en ríos, quebradas y canales, que puedan representar amenaza a la población, lo mismo que la promoción de acciones de sensibilización y preparación frente a riesgos con las comunidades.
Por: Luisa Arango – Comunicadora Social y Periodista (UPB)
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