Los océanos no solo son el hábitat de millones de especies en el planeta, no solo ayuda a separar dos o más continentes; estos van mucho más allá de lo aparente y son clave para la economía mundial.
Para iniciar, es oportuno mencionar que los océanos son el activo más valioso de la Tierra, según el Foro Económico Mundial (WEF) el «capital natural» es enorme, contribuyendo cada año con 70 billones de dólares al Producto Interno Bruto (PIB) mundial. Además el valor de los servicios de ecosistemas de los océanos proporciona 38 billones de dólares anuales, según el WEF.
Por ejemplo, el 80% de nuestro oxígeno viene de los océanos, mientras que los mares actúan como un gran almacén de calor y carbono, esencial para regular el clima. De igual manera, resultan siendo clave por los mariscos, arrecifes y el turismo debido a que son fuentes de trabajo y riqueza; mientras que los manglares, arrecifes y deltas ayudan a proteger las costas.
Mencionando sus grandes beneficios para la economía mundial, cabe señalar que la pesca es una importante fuente de alimentos, proporcionando a más de 1.500 millones de personas alrededor de un 20% de su promedio de consumo de proteína animal percápita, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Del mismo modo, el rápido crecimiento del sector de la acuicultura, tales como cultivo de pescado y camarón, aceleran el aumento de la economía en muchos países del mundo.
Sin embargo, los océanos como otros ecosistemas que caracterizan el planeta Tierra se enfrentan a amenazas causadas por la combinación de contaminación, aumento de la temperatura de las aguas y aumento de la acidez del océano cambio climático u otras actividades como la sobreexplotación; pues se dice que el 85% de la población de peces está completamente explotada o peor; y como si fuera poco también están en peligro el 50% de todas las especies de la Tierra.
No solo por la parte económica hacemos un llamado a cuidar de los océanos, es necesario por muchas más razones frenar el crecimiento de las emisiones de dióxido de carbono y limitando el ritmo de la acidificación de los mismos.
Por: Luisa Arango – Comunicadora social y Periodista (UPB)
Fuentes utilizadas: